El oro superó los 4.000 dólares la onza por primera vez esta mañana, reforzando su papel como cobertura contra la “acelerada destrucción fiduciaria” y la inestabilidad fiscal global.
El metal amarillo ha subido más del 50% en 2025, impulsado por la devaluación de la moneda, las tensiones geopolíticas, las compras sostenidas de los bancos centrales y un nuevo cambio en Wall Street a medida que las casas de inversión intercambian bonos por oro.
La plata ha subido más de un dólar y ahora se cotiza a menos de un dólar por debajo de su máximo histórico de 50 dólares.
El repunte de los metales preciosos se ha acelerado con los nuevos recortes de tasas de la Reserva Federal, que han reducido los rendimientos reales y han impulsado la demanda de activos de refugio seguro.
Mientras tanto, los ETF respaldados por lingotes acaban de registrar sus mayores entradas en más de tres años, lo que refleja una creciente participación minorista e institucional.
El volumen de ventas de Money Metals ha aumentado sustancialmente en las últimas dos semanas.
Las principales rupturas del oro (más de 1.000 dólares después de la crisis de 2008, 2.000 dólares durante la COVID y 3.000 dólares en medio de tensiones comerciales) han coincidido con períodos de estrés global.
Los analistas dicen que el último aumento refleja una reasignación más amplia de acciones sobrevaluadas y una búsqueda de estabilidad monetaria.
Goldman Sachs acaba de elevar su pronóstico de precios para 2026 a $4.900, citando la persistente acumulación del banco central, una mayor flexibilización de la Fed y la creciente demanda de ETF, calificándolo de "cambio estructural" en la gestión de reservas globales que probablemente perdure durante años.
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