Según Reuters, funcionarios del Eurobanco están analizando qué ocurriría si la Reserva Federal cortara la línea de liquidez en dólares durante una crisis.
Los recelos hacia Estados Unidos están alcanzando niveles nunca antes vistos en Europa. La Administración Trump ha roto puentes en tiempo récord, y eso está empujando a las autoridades a plantearse preguntas y armar planes de contingencia que hasta hace poco parecían ciencia ficción. En un momento de incertidumbre sobre la continuidad de la alianza militar con Washington, este martes salía a la luz que Bruselas recomienda a los europeos almacenar reservas de agua, medicamentos, baterías y alimentos para subsistir 72 horas sin ayuda externa y hacer frente a crisis como una eventual guerra. La desconfianza parece extenderse también al flanco monetario: este miércoles, Reuters ha desvelado que varios funcionarios del Banco Central Europeo han mantenido conversaciones informales sobre si aún pueden confiar en la Reserva Federal estadounidense para obtener financiación en dólares en tiempos de tensión en el mercado.
El personal del BCE consultado por la agencia reconoce que consideran muy improbable que la Fed vaya a dejar de cumplir con sus respaldos de financiación. Y el banco central estadounidense no ha dado ninguna señal que sugiera que eso vaya a ocurrir. Pero el hecho de que la cuestión sobrevuele los debates internos es indicativa del escenario de inquietud y sospechas ante hipotéticas maniobras de Trump que pudieran forzar a la Reserva Federal a romper estos lazos con Fráncfort.
El BCE forma parte de una red de líneas de swap (intercambios monetarios a plazo), fruto de acuerdos bilaterales con otros cinco grandes bancos centrales: el Banco de Canadá, el Banco de Japón, el Banco Nacional Suizo, el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal. Todos ellos ofrecen liquidez en otras divisas a las entidades financieras de la zona euro, una herramienta es especialmente útil en momentos de crisis, porque alivian las tensiones en los mercados de financiación internacionales durante esos episodios, cuando las entidades son reticentes a prestar divisas (o lo hacen a precios muy altos) y estas se convierten en un bien escaso.
Durante la Gran Recesión, el BCE no solo ofreció financiación en dólares estadounidenses, sino también en francos suizos. Y en la pandemia, el BCE reactivó rápidamente las líneas de swap existentes con varios bancos centrales y estableció otras nuevas, estando preparado para inyectar liquidez incluso en divisas distintas a dólares estadounidenses o francos suizos.
Como explican Enrique Esteban García-Escudero y Elisa J. Sánchez Pérez en un análisis publicado por el Banco de España, gracias a esos acuerdos la Reserva Federal entrega dólares al banco central que se los pide a cambio de una cantidad equivalente de su divisa, al tipo de cambio del día. Transcurrido un determinado período de tiempo (habitualmente entre una semana y tres meses), los dos bancos centrales se revenderán mutuamente sus respectivas divisas al tipo de cambio inicial, y la Reserva Federal carga un tipo de interés por los dólares entregados. El banco central que recibe los dólares, mientras tanto, los prestará a entidades financieras dentro de su jurisdicción al mismo plazo y tipo de interés que el de la operación con la Reserva Federal, y les exigirá el mismo colateral en moneda local.
Este tipo de intercambios son fundamentales para la estabilidad financiera. Tradicionalmente los bancos centrales han intentado complementarlos con otras medidas, como acumular reservas en otras divisas para utilizarlas en caso de shocks. Sin embargo, se han demostrado insuficientes para hacer frente a las necesidades de financiación en dólares en momentos de crisis de elevada intensidad, en que las reservas pueden agotarse con mucha rapidez.
Contraproducente para EE UU
Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners, explica así la utilidad de estas líneas de liquidez. “Si eres un banco francés que financia el comercio mundial, como hacen Société Générale o BNP Paribas, la financiación es en dólares, el préstamo que entregan es en dólares, pero el pasivo lo tienes en el BCE en euros. En principio, eso no es un problema, porque puedes ir al mercado a por dólares, pero cuando hay mucho estrés se seca la liquidez en dólares, y si no tienes acceso a ellos puedes tener un problema muy grave, que fue lo que le ocurrió al comercio durante la Gran Recesión”.
Sin embargo, ve altamente improbable una ruptura de esos acuerdos. Primero porque, pese a que ha cargado repetidamente contra ella por su política monetaria, estima imposible que Trump pueda quebrar la independencia de la Reserva Federal, que es quien decide al respecto. Y segundo porque se volvería en su contra. “EE UU no hace estos intercambios para ayudar a Europa, sino para evitar un shock sistémico que también afectaría a los intereses de EE UU. Además, eso aceleraría la búsqueda de alternativas al dólar como divisa de reserva mundial”.
El economista Javier Santacruz encuadra los debates en el seno del BCE en las tensiones Europa-EE UU, que ya han tenido repercusiones comerciales y militares. “Sobre la presunción de que se han roto bastantes de los consensos de posguerra en los más de dos meses que llevamos con Trump, lo veo arriesgado, pero no descartable, porque quedan muy pocas cosas del sistema de posguerra, y esta es una de las últimas. El sistema de Bretton Woods se monta sobre la base de que el sistema monetario internacional depende en última instancia del dólar y la institución que lo emite, la Fed”.
Si llegara a materializarse algo así, ve riesgos. “Esa dependencia de que la Fed tiene la última palabra o es el último reducto para los bancos centrales en términos de colaterales o de reserva, hace que si se rompiera este último resquicio sería peligroso para todos, porque la solidez y el peso del dólar como reserva internacional y en términos de transacciones no lo puede cubrir el euro así como así”
Álvaro Sánchez, Reuters