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No es oro todo lo que reluce: las ‘red flags’ de la economía estadounidense

lunes, 24 de febrero de 2025

La economía de Estados Unidos ha mostrado cifras de crecimiento impresionantes en los últimos años, con un mercado laboral aparentemente sólido, niveles récord en la bolsa y un PIB que sigue expandiéndose a pesar de los desafíos globales. Sin embargo, detrás de estos indicadores positivos existen señales de advertencia que pueden indicar vulnerabilidades estructurales y problemas latentes.

Mientras que los titulares resaltan los logros económicos, expertos y analistas señalan que la fortaleza de la economía estadounidense esconde fragilidades preocupantes. Si bien Estados Unidos sigue siendo una de las economías más dinámicas del mundo, estas ‘red flags’ podrían afectar su estabilidad a mediano y largo plazo. Las analizamos.

La deuda pública en niveles insostenibles

Uno de los mayores problemas estructurales de la economía estadounidense es su deuda pública, que ha alcanzado niveles históricos. Actualmente**, la deuda nacional supera los 34 billones de dólares y sigue aumentando a un ritmo alarmante.** Aunque el gasto público ha sido una herramienta clave para mantener el crecimiento y financiar programas sociales y de infraestructura, el coste de mantener esta deuda se ha disparado debido a la subida de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal.

El pago de intereses sobre la deuda federal ya representa una porción significativa del presupuesto gubernamental, reduciendo la capacidad de inversión en áreas esenciales como educación, salud y seguridad.

Además, el continuo endeudamiento puede reducir la confianza de los mercados en la estabilidad financiera del país, lo que podría generar una crisis de confianza en el dólar y en los bonos del Tesoro estadounidense, afectando no solo a la economía nacional sino también a los mercados globales.

Inflación persistente y pérdida de poder adquisitivo

Si bien la inflación ha mostrado signos de desaceleración, sigue siendo un problema estructural que afecta a millones de estadounidenses. Aunque los datos oficiales muestran una disminución en la tasa de inflación con respecto a los picos de 2022**, los precios de bienes y servicios esenciales, como alimentos, vivienda y atención médica, continúan en niveles elevados**. Esto ha provocado una erosión del poder adquisitivo de la clase media y baja, que enfrenta dificultades para cubrir sus necesidades básicas sin recurrir al endeudamiento.

Además, el aumento de salarios no ha mantenido el ritmo de la inflación en muchos sectores, lo que ha generado un descontento generalizado entre los trabajadores. A pesar de un mercado laboral aparentemente robusto, el número de empleos de baja calidad y con condiciones precarias sigue aumentando, lo que ha impulsado huelgas y protestas en sectores clave de la economía.

Esta falta de equilibrio entre inflación y salarios podría generar un estancamiento del consumo, afectando directamente el crecimiento del PIB.

Crisis en el sector inmobiliario

El mercado inmobiliario estadounidense atraviesa una fase de incertidumbre marcada por la subida de las tasas de interés y la disminución de la accesibilidad a la vivienda. La política de endurecimiento monetario implementada por la Reserva Federal ha elevado el costo de los préstamos hipotecarios, lo que ha reducido significativamente la demanda de viviendas y ha ralentizado la construcción de nuevos proyectos inmobiliarios.

Esta situación ha generado un doble impacto: por un lado, los precios de las viviendas siguen siendo inaccesibles para muchos compradores; por otro, la reducción en la actividad del sector ha comenzado a afectar el empleo en la construcción y sectores relacionados.

La crisis inmobiliaria también ha alcanzado el mercado comercial, donde las oficinas y espacios comerciales en las grandes ciudades experimentan una sobreoferta debido a la transformación del mercado laboral y la consolidación del teletrabajo -del que Trump es acérrimo enemigo-.

Dependencia excesiva del consumo y el crédito

El crecimiento económico de Estados Unidos depende en gran medida del consumo interno, que representa aproximadamente el 70% del PIB. Sin embargo, este consumo ha sido impulsado cada vez más por el crédito y no por un aumento en los ingresos reales de los ciudadanos. El endeudamiento de los hogares ha alcanzado niveles récord, con tarjetas de crédito y préstamos personales en máximos históricos, impulsados por tasas de interés elevadas.

El riesgo de una burbuja crediticia es real, ya que los consumidores dependen de préstamos para mantener su estilo de vida mientras enfrentan costos crecientes. Si la situación económica empeora y el desempleo aumenta, el impago de deudas personales podría desencadenar una crisis de morosidad que afectaría a la banca y al sistema financiero en su conjunto. La combinación de altos niveles de deuda y tasas de interés restrictivas representa una amenaza latente para la estabilidad económica del país.

Y es que, a pesar de la resiliencia de la economía estadounidense en los últimos años, las señales de alerta no deben ser ignorada por el gobierno de Trump. Aunque las autoridades monetarias han intentado equilibrar la situación con políticas de ajuste y estímulo selectivo, la incertidumbre sobre el futuro económico sigue siendo elevada.

Los mercados financieros también reflejan esta preocupación, con episodios de volatilidad recurrentes y una creciente especulación sobre posibles recesiones en el futuro.

Sergio Delgado, Estrategias de inversión